El mensaje trascendente, sin embargo, está en el centro, en el tramo del crucero. En una época tan llena de herejes (arrianos, nestorianos, monofisitas), en la que los enfrentamientos teológicos parecen encubrir graves tensiones políticas, el arte se vuelve símbólico. El símbolo representa el dogma. Es mejor no especular con las imágenes. Por eso en el centro geométrico está el símbolo indiscutible, la cruz de la salvación, una cruz dorada que nos habla de su majestad, de su realeza, y de la advocación de la basílica a la que se adosó el edificio, la misma cruz que tiene el Buen Pastor y San Lorenzo. La cruz emerge de la noche, rodeada por cientos de estrellas. Su dorado es la luz que nos ilumina en la oscuridad. En los márgenes, el tetramorfos de los cuatro evangelistas, nos dirige la mirada hacia la verdad revelada. En este contexto, el azul del edificio se manifiesta como un mar espiritual que nos arrastra hacia la cruz. En el centro está la salvación.
relatos con arte
Lo que sigue es un intento de utilizar la ficción para motivar el aprendizaje de la Historia de Arte. Lo que sigue son pequeños relatos apócrifos, reflexiones, descripciones, cartas o poemas. Textos inventados siempre, pero inspirados en la historia, para mostrar los sentidos de las obras o adaptarlos a nosotros. En ellos se hace hablar al autor, a un personaje, a un crítico, a un mecenas, a un profesor o a un espectador que nos cuentan sus razones, su manera de ver, su sentimiento o su reflexión ante la imagen plástica. Se intenta llevar a los ojos a un nivel correcto de enfoque (que no pretende ser único o excluyente de otros, pero que sí se pretende interesante) y animar a la lectura de lo que se ve, o lo que es lo mismo, educar la mirada y disfrutar del conocimiento, concediendo al contenido, al fondo de las obras, un papel relevante que en nuestras clases, necesariamente formalistas, se suele marginar.
Exmausoleo de Gala Placidia
El mensaje trascendente, sin embargo, está en el centro, en el tramo del crucero. En una época tan llena de herejes (arrianos, nestorianos, monofisitas), en la que los enfrentamientos teológicos parecen encubrir graves tensiones políticas, el arte se vuelve símbólico. El símbolo representa el dogma. Es mejor no especular con las imágenes. Por eso en el centro geométrico está el símbolo indiscutible, la cruz de la salvación, una cruz dorada que nos habla de su majestad, de su realeza, y de la advocación de la basílica a la que se adosó el edificio, la misma cruz que tiene el Buen Pastor y San Lorenzo. La cruz emerge de la noche, rodeada por cientos de estrellas. Su dorado es la luz que nos ilumina en la oscuridad. En los márgenes, el tetramorfos de los cuatro evangelistas, nos dirige la mirada hacia la verdad revelada. En este contexto, el azul del edificio se manifiesta como un mar espiritual que nos arrastra hacia la cruz. En el centro está la salvación.
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