
A veces, en un cuadro, se afirma y se niega algo al mismo tiempo. Esto sucede con "La tarde de domingo en la Grande Jatte". En este cuadro, Seurat parte del Impresionismo y lo rechaza.
Seurat es un postimpresionista, un joven admirador de Monet, aunque pretende superarlo, como intentarán en adelante todas las vanguardias. Del impresionismo toma la idea de que la pintura es color y la influencia del positivismo científico, con la aplicación rigurosa de las teorías de Chevreuil. Si no existen más que colores primarios y el blanco y el negro para aclarar u oscurecer, según la luz, hay que reducir la paleta y descomponer la realidad en estos colores. Cada trozo de sus cuadros, por lo tanto, se compondrá de una malla de puntos de colores muy pensados, yuxtapuestos de tal forma que el espectador los contempla unidos en su retina. Todo lo contrario de lo que Velázquez consiguió con su factura suelta, todo lo contrario de la inmediatez impresionista que copiaba la forma en la que la luz transformaba los objetos en pequeños lienzos abocetados, pero extraordinariamente espontáneos, sinceros y rápidos. Ahora Seurat construirá pacientemente el cuadro en su taller utilizando un tamaño muy distinto (aproximadamente 3 m de ancho por 2 m de alto) y casi tendrá que utilizar una fórmula geométrica cada vez que pinte un punto.
La consecuencia ya la veis. El tema parece de su tiempo, porque el cuadro se pinta en 1884 y se expone en 1886, en la octava exposición impresionista. Son personajes de la época, domingueros a la orilla del Sena con sus perritos y un sorprendente mono, con sus hijos, sus sombreros, su trompeta, sus sombrillas y su mirada perdida en la lejanía. Sin embargo su composición es rígida, envarada, excesivamente pensada, sin movimiento, sin vida, lo mismo que su perspectiva, remarcada por los planos de luz sugeridos por la sombra de los árboles y el río. La realidad ya no importa, importa sólo el proceso de construcción de la imagen.
El puntillismo de Seurat es el primer arte constructivo, el antecedente de Cezanne, del cubismo y de la abstracción geométrica de Mondrian, de los constructivistas rusos, del Op art y del Minimal, el antecedente contemporáneo de las artes que se olvidan de la realidad óptica para plantearse una estética distinta, la que opina que el arte es rigor teórico. Seguir el camino de un pensamiento hasta el final.