relatos con arte

Lo que sigue es un intento de utilizar la ficción para motivar el aprendizaje de la Historia de Arte. Lo que sigue son pequeños relatos apócrifos, reflexiones, descripciones, cartas o poemas. Textos inventados siempre, pero inspirados en la historia, para mostrar los sentidos de las obras o adaptarlos a nosotros. En ellos se hace hablar al autor, a un personaje, a un crítico, a un mecenas, a un profesor o a un espectador que nos cuentan sus razones, su manera de ver, su sentimiento o su reflexión ante la imagen plástica. Se intenta llevar a los ojos a un nivel correcto de enfoque (que no pretende ser único o excluyente de otros, pero que sí se pretende interesante) y animar a la lectura de lo que se ve, o lo que es lo mismo, educar la mirada y disfrutar del conocimiento, concediendo al contenido, al fondo de las obras, un papel relevante que en nuestras clases, necesariamente formalistas, se suele marginar.

El peine del viento

El peine del viento. Eduardo Chillida. Acero fundido. 1977. San Sebastián 
El peine del viento es una instalación de acero en el lugar en el que la tierra y el mar se juntan con el cielo, en el sitio en donde la espuma de las olas parece capaz de inundar el horizonte. En este paisaje esencial ha plantado el buen Chillida estos hierros oxidados. Este sitio está ahí al lado, a cien metros de la Playa de la Concha, en la ciudad de San Sebastián.
El peine del viento.Chillida. Acero. Detalle
En este marco especial, elegido por sus rasgos fronterizos, Chillida imagina varias manos de acero fundido. Las manos parecen cerrarse o abrirse al ritmo del viento que huele a herrumbre salada. A veces, sin embargo, los dedos de esas mismas manos nos parecen más bien flores o matas de rojo coral. Las manos pretenden salir del paisaje en donde yacen o quieren ser parte de él. Por eso se dejan invadir por los hongos y los líquenes y no temen oxidarse, pudrirse o desaparecer...
Los dedos peinan al viento, ¿no los oís, si hay galerna? Chillida lo entiende bien. Sabe que lo que miramos son los dedos de la mano de Plutón o bien del airado Vulcano que pugnan por sobresalir del reino de las profundidades. Al fondo hay más dedos clavados. Son dedos que tocan al viento, que lo peinan sin querer y que a veces lo hacen llorar, si sopla con violencia. Son líneas de grueso acero que Chillida añade al paisaje trabajando en su taller con las luces de los hornos de Vulcano: Tres líneas como el tridente de Neptuno, o cuatro curvas perdidas, rotas o descoyuntadas por un dolor recurrente.
Según la mayor parte de sus admiradores, Chillida elije el paisaje e instala sus hierros en él para contarnos la historia de Vulcano, que sigue buscando en las olas el aroma de Afrodita, o para mostrar el lugar en donde se hundió Proserpina en la carroza infernal... Para otros, sin embargo, no es Chillida quien elije, sino que es el paisaje parlante el que llama al escultor en busca de algún acento o de un subrayado de acero...
Las obras de Eduardo Chillida no son obras múltiples e intercambiables, no son ideas abstractas. Son elementos añadidos al paisaje. Suelen ser edículos del tiempo de un tamaño monstruoso, respuestas al enigma de la esfinge, pensamientos integrados en plena naturaleza, obras que fuera del sitio para el que fueron concebidas dejan de ser lo que son: Un soplo difuso de vida, la huella de un escultor en un paisaje cualquiera.   

2 comentarios:

  1. Interesante blog .Dialogar con el espacio y el tiempo a traves del arte . Dice Chillida que El peine del viento es la solución a una ecuación que no tiene números sino elementos naturales :agua , horizonte , aire , tierra .......

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