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Rascacielos Seagram. Mies van der Rohe. Hormigon armado y cristal. 1954-60. Park Avenue. Nueva York. |
Cuando Mies Van der Rohe llega a América, los planteamientos izquierdistas de la Bauhaus se quedan congelados para adaptarse a la realidad del capitalismo del nuevo continente. Mies aceptará trabajar en la línea de la escuela de Chicago, buscando en las alturas la necesaria inspiración. Primero construirá rascacielos de apartamentos en la ciudad del lago Michigan y luego, entre 1954 y 1960, este rascacielos de oficinas para la firma Seagram, en Nueva York.
Con este rascacielos de 39 pisos y 150 metros de altura realiza el edificio más refinado de toda la arquitectura del siglo XX. Su rasgo más destacado es que sus cuatro fachadas, las cuatro fachadas de este prisma de base rectangular, las cuatro fachadas cortina, son una superficie plana y continua de cristal tintado. Una piel delicada que refulge por la noche con la luz eléctrica y que refleja la luz del sol, durante el día. Una masa transparente, enmarcada en la carpintería metálica que se acopla a unos perfiles verticales de bronce en forma de doble T. El esquema tan sólo se rompe en su remate superior, a manera de capitel culminante, y en el piso inferior que, como suele suceder en el estilo internacional, salvo en el espacio restringido del portal, es diáfano para poder mostrar la fina estructura de los pilotes de hormigón armado que parecen reproducir a pequeña escala el perfil del edificio.
Este limpia fachada actúa como un espejo que refleja la luz y representa en el máximo grado el brillo y la tensión vertical del éxito de la empresa que la construye. Tanto y tan bien la representa que la firma de destilerías, de origen canadiense, en la cúspide de su desarrollo, sugirió y consiguió del arquitecto alemán la sustitución de los perfiles en doble T, que originalmente eran de acero, por los definitivos de bronce, que es un material mucho más caro, para exhibir su riqueza y, además, aceptó prescindir de la construcción de una parte importante del espacio de la parcela adquirida en Park Avenue para inventarse una plaza de dimensiones respetables que permitiese una perspectiva mejor del edificio. Una perspectiva, por cierto, que oculta al contemplador la masa de atrás que, como es mucho más baja y recibe un tratamiento de fachada diferente, se percibe como un edificio distinto, a pesar de que este apoyo trasero, contribuye a aumentar la estabilidad del conjunto.
Finalmente, lo que cuaja de este edificio es la uniformidad geométrica y vertical de su fachada y su limpia cubierta transparente de cristal tintado. Muy pronto, en los sesenta y setenta, este prisma de base rectangular se multiplicará por el mundo. Las principales citys de las mayores ciudades de Europa y América construirán nuevos Seagram,s en diferentes escalas y colores, como expresión elegante del triunfo de su dinero, como contribución a la estética de esa nueva sociedad desarrollada de oficinistas vestidos con corbata y como recto y geométrico símbolo del nuevo capitalismo, optimista y consumista, con gafas de sol tintadas y con un gin tonic de Seagram en copa de cristal.
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