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Museo Gugenheim. New York. Wright |
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Museo Gugenheim. Wright |
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Alminar de Samarra |
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San Ivo. Roma. Borromini |
La espiral tiene un ilustre precedente en la historia del arte islámico, pues el famoso alminar de Samarra es justamente eso, una torre espiral ascendente.
Luego, con la composición helicoidal o figura serpentinata, que se origina en Miguel Ángel en el siglo XVI y que en realidad es tan sólo una espiral, los manieristas como Juan de Bolonia, como Alonso Berruguete o Juan de Juni consiguen dar vida y movimiento a sus obras escoltóricas.
En el barroco del siglo XVII, la espiral más conocida es la columna salomónica, que emplea Bernini en el baldaquino de San Pedro, y el remate de la linterna de la cúpula de la capilla de la Universidad de Roma, la iglesia de San Ivo alla Sapienza de Borromini. Según éste, para subir a la cruz que culmina el templo de la sabiduría, hace falta ascender una espiral.
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Torre de la 3ª Internal. Tatlin |
Más tarde, en la ilustración del siglo XVIII, el filósofo alemán e idealista Hegel recoge la idea de Borromini, inventa la dialéctica y enfrenta contrarios ideológicos para dar lugar a síntesis superadoras con nuevos contrarios. Este esquema en espiral es también el leivmotiv de su alumno, Carlos Marx, y de su materialista lucha de clases. Tal vez por estas razones, Vladimir Tatlin pensó también en la espiral de una gran torre de acero para dar la réplica a la torre Eiffel y construir la nueva torre comunista, después de la revolución rusa de 1917. Aquello no pasó del nivel de la maqueta, después del atrevido proyecto.
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Espiral Jetty. Smithson. 1970 |
En 1970, Smithson construye la última espiral de nuestra historia. Es una espiral plana, un muelle que se cierra sobre sí mismo como un zarcillo pintado en un lago salado del estado de Utha, una muestra de "land art" que parece un monumento megalítico, una intervención vanguardista en un paisaje que es a la vez conceptual y mágica y primitiva.
Es la música, tal vez, la que sabe y utiliza de manera más frecuente la espiral. El vals, el blues y el rock son estructuras concéntricas, como ondas producidas en el lago por un grano que ha caído y se abre al infinito, como los remolinos del aire de las tormentas de verano, como las caricias que se hacen con los dedos del amor...
El saber, la evolución, es una espiral sin fin, una espiral ascendente, como la que dibuja también este museo blanco de Manhattan. Desde que Wright lo construye para Solomon Guggenheim, la ciudad ortogonal con calles numeradas de forma consecutiva dispone de un nuevo instrumento (el sacacorchos) para abrir la botella del arte y probar el pensamiento de los hombres más creativos del mundo. Gracias al sacacorchos de Wright, la gran América sigue haciendo agujeros altos en las nubes.
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