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Juicio Final. Miguel Ángel. 1537-41. Fresco sobre muro. 13,7 de alto por 12,2 m de ancho. Capilla Sixtina. Vaticano. Roma. |
Casi treinta años después de pintar el techo de la Capilla Sixtina, Miguel Ángel pinta el muro del testero. Es el Juicio Final. En el centro, arriba, sobre un fondo de luz, que representa a la divinidad pero no es el foco que ilumina a las figuras, un Cristo justicero desnudo, con la cabeza desproporcionadamente pequeña para que su cuerpo joven parezca más grande y poderoso, inicia un movimiento de giro helicoidal (figura serpentinata) que da vida al movimiento de ascenso de todos los bienaventurados, de la izquierda, y al movimiento de descenso de los condenados de la derecha. Demonios de rostros horribles acompañan a los condenados; ángeles sin alas elevan a los bienaventurados. Los santos (con sus símbolos respectivos: cruz en aspa -San Andrés, rueda - Santa Catalina, piel - San Bartolomé, llaves - San Pedro, etc), muestran sus cuerpos desnudos, anchos, musculados (fijaos en los brazos hercúleos de Santa Catalina) y movidos, al gusto de la heterodoxa sexualidad del artista.
Miguel Ángel, que se autorretrata en la piel de San Bartolomé, quiso continuar el camino andado en la bóveda al mezclar profetas cristianos y sibilas clásicas. Para ello siguió prescindiendo de las aureolas de santidad de la tradición y representó desnudos a Cristo y a la Virgen, como si fueran un Apolo o una Venus, justo en el centro del testero y delante de una fuente de luz amarillenta, que destaca su origen divino. A esto se opusieron los miembros de la curia papal, sobre todo el cardenal Carafa, que aparece retratado entre los que ocupan el infierno, representando el papel de Minos, en la esquina inferior derecha. Por eso, no tardaron mucho en solicitar que se cubrieran las vergüenzas de la Virgen, Cristo y otros santos con unas vestiduras. Tras conseguir que se aprobara su propuesta, se encargó de ello Daniele de Volterra, conocido desde entonces con el sobrenombre de "il braghettone"... En la reciente restauración del Juicio Final, de los años 80 del pasado siglo, existió la posibilidad de devolver la pintura a los términos en que fue pintada por su autor y borrar los puritanos añadidos textiles de Volterra. Sin embargo, no se atrevieron a tanto. Dijeron que el peso de la tradición también debía de respetarse. Buen argumento éste, aunque, a mi parecer, tuvo que haber otras razones que nunca se expresaron. Para un cristiano la Virgen es madre y una madre desnuda es casi un tabú. En este sentido, el desnudo de Cristo podría haber sido tolerable, pero el desnudo de la Virgen, no. Me imagino perfectamente a la curia del Papa polaco y al mismo Papa dando su opinión o prohibiendo expresamente la restauración del desnudo... Pero esto es otra historia que no debe ser aquí contada.
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Juicio Final. Miguel Ángel. Detalle. Cristo Juez y la Virgen. |
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