relatos con arte

Lo que sigue es un intento de utilizar la ficción para motivar el aprendizaje de la Historia de Arte. Lo que sigue son pequeños relatos apócrifos, reflexiones, descripciones, cartas o poemas. Textos inventados siempre, pero inspirados en la historia, para mostrar los sentidos de las obras o adaptarlos a nosotros. En ellos se hace hablar al autor, a un personaje, a un crítico, a un mecenas, a un profesor o a un espectador que nos cuentan sus razones, su manera de ver, su sentimiento o su reflexión ante la imagen plástica. Se intenta llevar a los ojos a un nivel correcto de enfoque (que no pretende ser único o excluyente de otros, pero que sí se pretende interesante) y animar a la lectura de lo que se ve, o lo que es lo mismo, educar la mirada y disfrutar del conocimiento, concediendo al contenido, al fondo de las obras, un papel relevante que en nuestras clases, necesariamente formalistas, se suele marginar.

¿Templo o casa?

Villa Capra o La Rotonda. Andrea Palladio y Vincenzo Scamozzi. 1566- 85. Sillar de piedra. Vicenza. Italia
Tal vez la obra arquitectónica que más ha influido en la historia de la arquitectura sea la Rotonda de Palladio. En efecto, la obsesión anglosajona por los paisajes pintorescos de origen clásico y la colonización británica de sus dominios de poblamiento ha rellenado el mundo de fachadas semejantes a ésta. Es por eso que hoy en día casi nadie cae en la cuenta de lo atrevido del proyecto. Se trata de una villa campestre, un chalet a las afueras de Vicenza. Hasta ahí todo normal, porque este tipo de palazzos existía ya a principios de siglo XVI. Tampoco resulta muy raro el carácter diáfano de la planta y su gran simetría, que es producto de la forma del cuadrado, del círculo de la cúpula sobre pechinas, inscrito en él, y de la superposición final de una cruz griega (de los cuatro pórticos jónicos hexástilos). Lo atrevido, lo nuevo, fue mezclar en la forma cúbica de un palacio, la fachada de cuatro templos romanos. Fue una idea original que debió de ocurrírsele a Palladio al pensar en el vicario apostólico del Papa: Paolo Almérico, que le había encargado el edificio y venía de servir a Pío V en la ciudad eterna. "Sin hijos, sin familia", pensaría, "entrará cada día en el templo de su vejez. Una casa blanca y limpia, bajo el cielo de una bóveda perfecta..."
Sin embargo, aunque el edificio haya sido imitadísimo, Villa Capra (su nombre proviene del comprador de  la obra al heredero del anterior: Mario Capra, que la decora interiormente) no ha recibido siempre elogios. Ayer mismo, un turista español, de paso hacia Venecia, dijo al verla delante de sus narices: "Casa de dos puertas, mala es de guardar. Con cuatro, peor me lo pones..."      

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