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Las tres gracias. Pieter Paolo Rubens. 1636-38. Museo del Prado. Oleo sobre tabla. 2,21 por 1,81m. |
Majestad:
Me pedís explicación de las razones que me asisten para seguir resistiéndome a venderos el cuadro, llamado “Las tres gracias”. Son muchas las embajadas recibidas para ello y las razones, creo, son de sobra conocidas. El cuadro me pertenece mucho más que cualquier otro, porque el cuadro me representa de forma triple. Todo el mundo lo sabe. Es mi rostro el de las tres hijas de Zeus y de Eurínome, y es mi cuerpo el que se repite en Áglae (la deslumbrante), Eufrósine (la gozosa) y Talía (la floreciente). Son “Las tres gracias”, el tema mitológico que mejor representan la alegría de vivir... Para entender por qué yo y de qué manera estoy aquí representada, tenéis que entender que Rubens se volvió loco por mi. Él tenía 30 años más que yo y se casó conmigo cuatro años más tarde de que muriese mi tía Isabel. Después de la boda me pintó miles de veces. Le gustaba utilizarme como modelo para todas las figuras femeninas de sus cuadros. Sin embargo, nunca lo hizo mejor, nunca puso más cariño y esfuerzo y dio más intención al pincel que cuando pintó las “Tres gracias”. Al hacerlo yo notaba que sus colores me hablaban y sentía lo que siente una mujer cuando le dicen palabras de amor. Por eso, cuando veo este cuadro, recuerdo la voz de Rubens susurrándome, diciéndome que me quería tal cual era, que ningún ideal estúpido se podía comparar con mi belleza y que así quería pintarme...
Y así lo hizo, con detalle y con pasión, enmarcada por la fuente con el cuerno de la abundancia y el agua de la fertilidad y por el árbol con guirnaldas de flores en un maravilloso prado con ciervos... Aunque algunos me hieren con saña cuando dicen que una de estas, la morena, no soy yo, y que ésta representa a Isabel, la esposa anterior de Rubens, yo sé bien que no es así. Yo sé bien que ésta es mi carne. Carne abundante, sí, pero carne real, y carne amada. Este cuadro es un regalo, es un recuerdo precioso que pertenece a mi intimidad. Supongo que Su Majestad entenderá por qué yo no entregaré este cuadro, mientras pueda resistirme a tan alta voluntad.
Transcripción de una carta, que la viuda de Rubens, Doña Helena Fourment, pudo escribir al rey Felipe IV.
El cuadro no aparece inventariado entre las pinturas de Felipe IV, en el Alcázar de Madrid, hasta 1668, muchos años después de la muerte de Pedro Pablo Rubens. Desconocemos la fecha de la muerte de la muerte de Doña Helena.
( http://www.youtube.com/watch?v=dz1SVb-xmkM&feature=related )
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