relatos con arte

Lo que sigue es un intento de utilizar la ficción para motivar el aprendizaje de la Historia de Arte. Lo que sigue son pequeños relatos apócrifos, reflexiones, descripciones, cartas o poemas. Textos inventados siempre, pero inspirados en la historia, para mostrar los sentidos de las obras o adaptarlos a nosotros. En ellos se hace hablar al autor, a un personaje, a un crítico, a un mecenas, a un profesor o a un espectador que nos cuentan sus razones, su manera de ver, su sentimiento o su reflexión ante la imagen plástica. Se intenta llevar a los ojos a un nivel correcto de enfoque (que no pretende ser único o excluyente de otros, pero que sí se pretende interesante) y animar a la lectura de lo que se ve, o lo que es lo mismo, educar la mirada y disfrutar del conocimiento, concediendo al contenido, al fondo de las obras, un papel relevante que en nuestras clases, necesariamente formalistas, se suele marginar.

Duelo

Fue hacia el 85, un martes, creo... Me llamó Warhol para realizar una sesión de fotos con Michel Basquiat. 
-Halsband, te lo digo de verdad. Creo que eres la persona indicada pero tiene que ser ahora mismo. Si no puedes buscamos a otro. ¿Lo tomas o lo dejas?
Y yo, ¿qué iba a hacer? Aceptar. Era la oportunidad de mi vida.
- Lo tomo, Andy, ¿dónde hay que ir?
-Ven a mi casa. En el 125 de Madison. Te estamos esperando.
Salí zumbando con lo puesto más la Yashica y un objetivo del 45. Monté en un taxi y en cincuenta minutos estaba ya en Madison.
Encontré a Andy y a Michael muy relajados, sentados en un sofá y dándole al bourbon. 
-Bien -dije- ¿dónde queréis? ¿Aquí mismo? 
-Eso depende de ti- dijo Basquiat-, es cosa tuya. ¿qué propones?
Yo miré a Andy, para ver qué era lo que él pensaba, pero él se calló. Me pareció que quería dejarme hacer, que confiaba en mi juicio.
-Espero que seáis comprensivos conmigo, como comprenderéis yo acabo de enterarme... 
-No te preocupes, nosotros tampoco tenemos nada previsto. Tan sólo la idea de la sesión, porque hemos pensado que nos iba bien juntos y se nos ha ocurrido que se podían ligar mejor nuestros nombres con una obra plástica. La tuya...  
-Bien. Os lo agradezco... Dejadme pensar... Se me ocurre que el hecho de que seáis artistas americanos es lo único que tenéis en común y que entre vosotros hay más diferencias que semejanzas, especialmente lo que resulta más visible: Que sois de dos razas y de dos tiempos distintos.
Eso era exactamente lo que pensaba. Warhol era el patriarca del Pop Art, el artista más influyente de todo el siglo, el promotor del underground, el amigo de David Bowie, el pintor que reflexiona sobre la creación de los mitos por la publicidad y los medios, pero sus canas contrastaban con el peinado de Principito de Basquiat, que era un muchacho todavía. Éste, aunque con el apoyo de Warhol ya había triunfado en Europa. seguía siendo un crío marcado por el color negro de su piel. Negro era también el color de su pelo, de sus graffitis en el Soho e incluso, también, el color de su vestidos... 
-Os fotografiaré en blanco y negro- añadí.
-¡Bien!- dijo Andy golpeándose con la palma de su mano en la rodilla para reforzar su aprobación- estoy de acuerdo, eso está muy bien. 
-Escuchad, ya lo tengo... ¿Qué os parece un combate de boxeo?
-¿Qué me dices? - interrumpió divertido Basquiat-. Si me enfrentas con este bicho enclenque me lo cargo. No me aguanta ni un asalto.
Miré a Andy y me di cuenta de que estaba dando en el clavo, porque en realidad eso es lo que estaba pasando. Ellos estaban luchando. Warhol buscaba la juventud perdida. Eso lo acercaba a Michael. Él nunca había pintado con pincel y ahora lo hacía para poder estar con él, para disfrutar del tiempo impoluto de Michael, para escuchar lo que decía y seguir su impulso. Por su parte Basquiat, aunque acababa de llegar a la cumbre y quería ocultar su inexperiencia, seguía siendo un muchacho de la calle. Por entonces decía que Samo, el grafitero que lo hizo famoso, había muerto, y que en adelante ya sólo sería: Michael Basquiat, el pintor, el que había recorrido con su madre (diseñadora y portorriqueña) los museos, el seguidor de Picasso, Duchamp, Pollock y Warhol. Sin embargo, en cuanto rascabas un poquito en él, salía el neoyorquino práctico y violento, el chico de la calle alocado y radical, la razón que atraía a Warhol. Ambos trabajaban juntos, porque resultaban compatibles y porque se necesitaban. Ambos se admiraban y por eso podían sumar sin problemas su energía y su saber como auténticos vampiros de la sangre del otro, pero también se enfrentaban, y a veces muy duramente, por el simple hecho de que eran diferentes. Era así, estaba escrito, por mucho que se apreciasen, por mucho que se quisiesen, no podrían dejar de ser rivales...
- Necesito guantes para dos y dos pantalones de boxeo. Con eso será suficiente. A ver qué talla tenéis.
Andy y Basquiat se pusieron en pie para mostrar su talante colaborador. A Michael le encantaba la idea, porque adoraba a Casius Clay y porque para un muchacho negro como él, nacido a principios de los sesenta, el triunfo tenía nombre de boxeador o de cantante. A Andy le hacía menos gracia...
-La talla tiene que ser la misma y en las fotos no quiero que se vea que él es más alto.que yo- dijo súbitamente serio y convencido de que al defender aquello ponía a buen recaudo su prestigio. 
-El fondo será blanco y tú no puedes dejar de ser negro- dije mirando a Michael.
-Entonces yo me pondré un jersey negro, así no hay problema de color- contestó Andy 
-Venga, vamos a hacer las compras.
Bajamos a la tienda y dos horas más tarde volvimos con dos pantalones Everlost de la misma talla, dos guantes derechos y dos izquierdos y una gran sombrilla blanca. Repartieron el material. Uno entró en su dormitorio y el otro en el baño. Basquiat salió en apenas un minuto, exhibiendo su torso joven a la cámara y Warhol, por una vez, se hizo de rogar.
-Vamos, Andy, que es para hoy -dijo Michael.
-Bueno, -contestó- yo tengo más prendas que ponerme y a mis pelos les cuesta más someterse al mando de mi peine.
-Escuchad- dije interrumpiendo el debate-. Aún falta lo más importante: La acción de la imagen. Vosotros sois amigos, esa es la realidad. No podéis enfrentaros cuerpo a cuerpo. En las fotos no debe haber sangre, ni odio, ni violencia. 
-No -dijo Michael-. La lucha es siempre necesaria. La lucha se impone. Sin ella no se marca el dominio. Siempre hay violencia. Yo soy negro y él es blanco, él me apadrina y yo sigo sus pasos. Cada cual tiene sus armas. Aunque él es más rico, yo le gano en juventud, fuerza e impulso. La dialéctica es siempre enfrentamiento de contrarios. Si no hay lucha no hay historia. Así que hay que pelear. Tiene que haber combate y el combate no se amaña. 
Tuve que hacer caso a sus argumentos porque Andy escuchaba y aprobaba con su gesto, así que permití que jugasen a pegarse, dejé que representaran aquella farsa ante el carrete de mi cámara y luego, más relajados, conseguí llevarles a las posiciones más hieráticas que yo prefería, como esa que veis más arriba y que les dota de un aire de difuntos faraones. Pensé que así resultaban más solemnes, más religiosos, más artísticos. 
Ahora, pasados más de veinte años y muertos ambos -Warhol murió en el 87 y Basquiat, de sobredosis, en el 88-, los imagino muy quietos e inexpresivos, mirándome fijamente desde su blanca pirámide. Ahora ya no le importa a nadie si hubo o no combate ni quien lo ganó. Al final la muerte nos iguala a todos y exhibe su victoria con una sola y exclusiva foto fija como esta.

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