relatos con arte

Lo que sigue es un intento de utilizar la ficción para motivar el aprendizaje de la Historia de Arte. Lo que sigue son pequeños relatos apócrifos, reflexiones, descripciones, cartas o poemas. Textos inventados siempre, pero inspirados en la historia, para mostrar los sentidos de las obras o adaptarlos a nosotros. En ellos se hace hablar al autor, a un personaje, a un crítico, a un mecenas, a un profesor o a un espectador que nos cuentan sus razones, su manera de ver, su sentimiento o su reflexión ante la imagen plástica. Se intenta llevar a los ojos a un nivel correcto de enfoque (que no pretende ser único o excluyente de otros, pero que sí se pretende interesante) y animar a la lectura de lo que se ve, o lo que es lo mismo, educar la mirada y disfrutar del conocimiento, concediendo al contenido, al fondo de las obras, un papel relevante que en nuestras clases, necesariamente formalistas, se suele marginar.

El camino del cristal en las fachadas

Coliseo romano
Partenon
La fachada es algo externo, la apariencia de un edificio. Para un griego (el Partenon), la fachada es la razón de ser de sus templos. Sus templos son pura fachada. Para un romano la fachada es algo secundario, pero se usa para exhibir su admiración por los griegos (el Coliseo). En la Edad Media las fachadas dan la oportunidad de mostrar los dogmas y las historias de los santos en las portadas románicas y góticas, además de permitir la aparición de torres o de espadañas para poner las campanas y de ventanas de cristal, como los rosetones, que meten dentro la luz exterior.
En el renacimiento el problema es el de la integración de frontones y órdenes clásicos en la superficie externa de iglesias y palacios. En las iglesias, la fachada es un plano que resuelve de forma geométrica y proporcionada la diferencia de altura entre nave central y naves laterles, integrando dos cuerpos de columnas clásicas con sus entablementos, el frontón como remate y los aletones que ligan el primer y el segundo piso.
Fachada de Santa María la Novella: L.B. Alberti 
La curva y el urbanismo es lo característico del barroco hasta que Casas Novoa proyecta en 1738 y construye antes de 1750 la fachada carcasa de la plaza del Obradoiro.
Fachada del Obradoiro: Peña, Andrade, Casas Novoa
La fachada del Obradoiro sólo en parte ha sido construída por Casas Novoa en el siglo XVIII. Antes de él los románicos construyeron la catedral con torres de planta cuadrada. Luego las construcciones se fueron agregando, en especial la torre de Campanas, del siglo XVII, obra de Domingo Andrade y José Peña, que había sobreimpuesto al volumen inferior una serie de volúmenes prismáticos decrecientes que aumentaban su altura hasta más allá de los 70 metros. Casas Novoa construye una nueva torre, la torre de la Carraca, que es igual que la de Campanas, y crea una simetría bilateral con un nuevo muro que se interpone entre las dos torres, que es una gran carcasa, cuajada de ventanales bajo arcos de medio punto, para dar luz al Pórtico de la Gloria, y que se organiza como un retablo de dos pisos y tres calles, más un ático o peineta, sobre la calle central, en donde se integra un conjunto escultórico que contiene la estatua de Santiago, recortada sobre el cielo, y en un segundo nivel las estatuas de sus discípulos San Atanasio y San Teodoro, y el sepulcro del apóstol.
El decorativismo barroco se manifiesta en la proliferación de pilastras y columnas adosadas a los cuerpos prismáticos de las torres, y de pináculos decorativos en los remates de los puntos culminantes. Su nombre, obra de oro, es expresivo de ello.
Sin embargo, para mi, lo más importante, lo que sirve más como idea a la arquitectura contemporánea son esos hermosos ventanales, herederos de los ventanales góticos, por donde penetran los rayos del sol hasta el mismo Pórtico de la Gloria y en donde ese mismo sol se refleja al amanecer. Y es que entre los ventanales de Casas Novoa y las fachadas de cristal de los edificios de Mies Van der Rohe hay, además de dos siglos de distancia, la ambición de multiplicar la utilización de un antiguo material, que se usó profusamente en el gótico. Un material distinto por esa propiedad tan importante que es la transparencia. Con él se cierra el edificio, pero la luz sigue pasando al interior. ¡Qué maravilla!

Edificio Seagram: Mies Van der Rohe
Apartamentos: Lake Shore Drive: Mies Van der Rohe

No hay comentarios:

Publicar un comentario