|
Pórtico de la Gloria. Maestro Mateo. Finales del siglo XII. Piedra con restos de policromía. Santiago de Compostela. |
Llegué al atardecer. Se avistaba ya Santiago allí a lo lejos y me impulsaba la pendiente del monte do Gozo. Tenía muchas ganas de llegar. Entre las tierras del Loira, en donde mora mi familia, y este Finisterrae hispánico hay mucha distancia: Muchas leguas de senderos inseguros y varios meses de camino, mirando siempre hacia el frente, a la busca de la redención de mis muchos pecados...
Cuando llegué hasta los pies del edificio, traspasé la fachada y entré en una pequeña sala, lo que podría llamarse un vestíbulo. Allí descubrí la maravilla: Tres puertas de piedra tallada con gran primor y pintadas con colores llamativos que daban acceso a las tres naves de la gran catedral.
|
Apóstoles. Jambas. Pórtico de la Gloria |
Me dirigí con el resto de los peregrinos a la puerta central, una puerta que es tan ancha que tiene una especie de pilar intermedio, al que llaman parteluz, con la imagen del apóstol Santiago, sentado y con el bastón en su mano, como santo caminante. Su rostro es un rostro bueno y su cuerpo es proporcionado y casi exento. Arriba, enmarcando el tímpano que representa el Paraíso, en disposición radial, los 24 ancianos del Apocalipsis. Los ancianos están sentados, tocan distintos instrumentos musicales y conversan entre ellos con toda tranquilidad. En el espacio que cierran, la Gloria o el Paraíso es un mundo perfectamente ordenado. La figura principal tiene mayor tamaño y se encuentra en el centro. Es un Cristo, sentado en su trono, mostrando que es el rey del cielo, que levanta las dos palmas de sus manos para mostrarnos los estigmas de su pasión (los huecos de los dos clavos de la cruz). Rodeando al Cristo, en un tamaño más pequeño aparecen cuatro ángeles sentados, dos arriba y dos abajo, que cuidan cada uno de ellos de un símbolo del tetramorfos (toro, león, ángel, águila). En situación más externa, en el espacio restante del semicírculo, hay dos fajas. La inferior tiene también ángeles, porque su escala de representación es semejante a la de los anteriores, porque mantienen el mismo tipo de rostros con esos cabellos largos con rizos y porque exhiben los distintos símbolos de la pasión, como la Cruz y la corona de espinas (a la izquierda). La faja superior se compone en realidad de varias filas de figuras de muy pequeña escala. Son los bienaventurados, las almas de los muertos sin pecado que disfrutan de la contemplación de Dios...
Más abajo, el mundo cambia. Santiago está sentado y tranquilo, apoyado en su bastón de caminante, en el centro del parteluz, y a los lados, en las jambas, aparecen los profetas y los apóstoles. Entre ellos aparece algo maravilloso: Las sonrisas enfrentadas del profeta Daniel y del apóstol San Juan. Si los miro me parecen tan reales como yo, tan humanos como yo, disfrutando de la Gloria.
En los relieves de este Pórtico que esculpió el Maestro Mateo se aprende lo más importante de nuestra religión. Se aprende que estamos llamados a sonreír, llamados a disfrutar en el cielo. Al traspasar esta puerta, después del largo camino, uno entiende qué es la Gloria.
No hay comentarios:
Publicar un comentario