relatos con arte

Lo que sigue es un intento de utilizar la ficción para motivar el aprendizaje de la Historia de Arte. Lo que sigue son pequeños relatos apócrifos, reflexiones, descripciones, cartas o poemas. Textos inventados siempre, pero inspirados en la historia, para mostrar los sentidos de las obras o adaptarlos a nosotros. En ellos se hace hablar al autor, a un personaje, a un crítico, a un mecenas, a un profesor o a un espectador que nos cuentan sus razones, su manera de ver, su sentimiento o su reflexión ante la imagen plástica. Se intenta llevar a los ojos a un nivel correcto de enfoque (que no pretende ser único o excluyente de otros, pero que sí se pretende interesante) y animar a la lectura de lo que se ve, o lo que es lo mismo, educar la mirada y disfrutar del conocimiento, concediendo al contenido, al fondo de las obras, un papel relevante que en nuestras clases, necesariamente formalistas, se suele marginar.

Un farol protagonista

Los fusilamientos de la Moncloa- El 3 de Mayo en Madrid. Francisco de Goya. Oleo sobre lienzo. 3,47 por 2,68 m. 1814. Museo del Prado. Madrid  
El farol es un factor expresivo esencial en la obra. Es de noche y es su luz la que narra el horror de la muerte en los ojos inocentes del hombre vestido de blanco, el que levanta hacia el cielo sus brazos y exhibe su pecho a las balas. Su camisa inmaculada absorbe la claridad, mientras se muere en su entorno. Es también ese farol el que pone contraluz a la maquinaria infernal del pelotón de fusilamiento de soldados sin rostro, que entra hacia dentro en el cuadro, siguiendo una diagonal que parte del primer plano. En el mismo primer plano y a la izquierda de las botas del último de los soldados, hay un muerto, dispuesto en violento escorzo, y un suelo regado de sangre que precede a nuestro héroe, que se arrodilla a su lado, y que abre sus brazos en aspa para ofrecerse a las balas asesinas... Detrás va la multitud, una cola en la penumbra de la noche que asciende desde el cuartel del Conde Duque hasta el farol de la muerte...
En la noche del horror, Goya destaca la inocencia del héroe, por eso lo pinta de blanco. Por eso le hace abrir los brazos, como si fuera un Cristo nuevo en la cruz del sacrificio. Un ejército sin rostro, que pinta del gris más mate, en la anónima penumbra reprime a los sublevados. Podría ser el ejército francés uniformado u otro ejército cualquiera, pero el pueblo es sólo un pueblo. Es el pueblo español. El héroe de blanco es un personaje racial, es un hombre aún joven muy moreno y tiene el pelo rizado. Hay un monje con amplia tonsura. Los tipos son muy chaparros y su forma de vestir es la propia de la gente de Madrid... Es una obra muy grande, una obra con mucha política para el rey Fernando VII que está volviendo a Madrid al tiempo que Goya pinta este cuadro. Viene de Francia a recuperar su poder y viene con la intención de volver al absolutismo y de perseguir a sus adversarios políticos. Goya durante la guerra había sido tildado de afrancesado. Por eso ahora, en 1814, seis años después de sucedidos los acontecimientos pintados, Goya quiere justificar su posición. ¿Qué dice? Miradlo... Que él siempre estuvo con el pueblo, que éste es digno de ser el protagonista del cuadro, como lo será entre los románticos, apenas diez años más tarde, porque el pueblo, como dijo la Pepa, sustenta la soberanía y es el verdadero protagonista de la historia.

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