"Bajo el coro de la basílica hay una extraña bóveda plana. En realidad es una cúpula porque tiene forma circular. A la vista está. Cuatro pechinas sobre un tramo cuadrado y un conjunto de dovelas en disposición concéntrica. Pues bien, se cuenta que, a causa de esta bóveda, Don Juan de Herrera, el arquitecto que dirigió las obras del magno edificio, y el rey Felipe II tuvieron un enconado enfrentamiento. Al parecer el rey era muy erudito en la ciencia geométrica y se las daba de tener nociones de arquitectura, de modo que, cuando Don Juan le propuso construir una bóveda plana bajo el coro de la basílica, el rey se opuso.
El día en el que Felipe II visitó las obras de la iglesia concluida, el rey no se apercibió del engaño. A la vista del montaje imaginó que Juan de Herrera había decidido construir la cúpula plana, pero también que bajo ella había una sólida y gruesa columna, tal y como él le había aconsejado. Por eso sonrió satisfecho y se vanaglorió de su intervención. Según él, si no hubiera sido por sus argumentos y por la validez de sus propuestas, el artista estaría todavía haciendo pruebas. Aún no había terminado su parlamento, cuando Don Juan se adelantó hasta el grueso cilindro y le dio una fuerte patada. Entonces el cartón piedra se quebró y se descubrió la mentira.
Con esta frase lapidaria terminaba el relato, así que subrayé el final con un largo inciso al tiempo que sobrevolaba la expresión de mis alumnos valorando los efectos de mi parlamento. La mayor parte asentía seriamente. Sin embargo, uno de ellos, un alumno que miraba, escuchaba y casi nunca contestaba a mis preguntas levantó la mano y sentenció:
- La historia que usted ha contado es un cuento aún más extraño que la cúpula. No es común que, si el poder se enfrenta con el saber, se acabe por ver en los hechos cómo el saber prevalece. Tampoco resulta lógico que el que sustenta el poder gane en sabiduría y que el saber se equivoque. Esa historia huele mal, seguro que no fue así...